Don Sancho de Echevarría y Ercolaga (1674-1716) nacido en Rentería (Guipúzcoa) y descendiente de una familia de hidalgos, decide alistarse en el ejército enrolándose en la marina muy joven (16-17 años). A lo largo de su carrera miliar estuvo destinado en numerosas embarcaciones y fortalezas marítimas, tales como Gibraltar, Gerona, Ceuta y Denia, entre otras, y guerreó por mar en Panamá, Méjico y Cádiz. A lo largo de su intenso recorrido castrense luchó astuta y ferozmente contra ejércitos de numerosas nacionalidades, se enfrentó a escoceses, ingleses, holandeses, portugueses y franceses. Por ello adquirió una gran experiencia en el campo de batalla y una gran fama tanto entre las tropas aliadas como en las enemigas.
Después de un largo bagaje militar, en el que recorrió Europa y las Américas defendiendo los intereses del Imperio Español, el 2 de octubre de 1705 recibe la orden de dirigir la defensa de la fortaleza militar de Peñíscola, con el rango de capitán.
En esa época se inicia la Guerra de Sucesión, guerra que enfrenta al bando borbónico (Borbones) y al austracista (Austrias) por heredar la monarquía española, ya que el anterior Rey, Carlos II, murió sin descendencia (haced click aquí y entenderéis porque). Peñíscola, junto con Alicante, fueron las únicas fortalezas del Reino de Valencia que se declararon partidarias del bando de los Borbones, el resto de territorio valenciano y aragonés se decantó por el bando de los Austrias. Y os preguntaréis ¿por qué? Pues seguramente porque el militar que mandaba en la fortaleza de Peñíscola era vasco (Sancho de Echevarría) y los vascos, junto a los castellanos eran partidarios de los borbones. Además, la población en esos temas pintaba poco, la verdad.
En 1706 empieza la acción bélica en Peñíscola. 1500 soldados austracistas ingleses llegan y acampan frente al pueblo, capitaneados por el coronel de caballería John Jones. Los ingleses enviaron un emisario al Capitán Sancho de Echevarría para pactar la rendición de Peñíscola, el cual le respondió un NO rotundo, al más puro estilo de Leónidas en 300, le faltó decir ESTO ES PEÑÍSCOLA y tirarlo de una patada a la Font de la Petxina. Volviendo al rigor histórico. Tras la negativa y sin dilación, Echevarría inició las hostilidades, empezó el ataque de artillería y a los ingleses les empezó a llover plomo. Los británicos mueven ficha y preparan el primer asalto a la fortaleza. Para que veáis la mala leche que tenían estos ingleses, eligen a un militar del norte de Castellón (Antoni Mas) para ponerlo al mando de un pelotón formado íntegramente por campesinos del Maestrazgo. Los utilizaron como carne de cañón y conejillos de indias, para medir la capacidad de defensa de la fortaleza y, a la vez, pretendían mermar el ánimo de los defensores si estos veían que los que les atacaban eran sus propios vecinos. Pero les salió mal el invento, la defensa fue feroz, los cañones de los bastiones peñíscolanos destrozaban cada una de las oleadas de enemigos que intentaban tomar al asalto la fortaleza. Tal era la impotencia de las tropas inglesas al ver que todos los ataques fueron un desastre, que intensificaron el ataque de artillería, hasta tal punto de que los cañones se calentaron tanto que empezaron a explotar y causaron muchísimas bajas entre los artilleros ingleses.
Iban pasando los meses y los ataques no cesaban, debemos tener en cuenta que en el interior de las murallas de Peñíscola no solo estaba el ejército, sino que había una población entera que cada vez tenía más hambre y más enfermedades. Debido al cerco establecido por los ingleses, por mar y por tierra, era prácticamente imposible que la fortaleza recibiera víveres, medicinas, soldados o armas. Ante esta situación extrema, la experiencia y la astucia de Sancho de Echevarría fue clave para la subsistencia de Peñíscola. El capitán organizó un racionamiento de víveres, para militares y civiles, que garantizaba el alimento por mucho más tiempo. Pero también cabe destacar la colaboración de la población, que aportaron trigo particular a las reservas, arriesgaron su vida saliendo a recoger la siembra de grano y legumbres (hubo varios muertos por ello), robaron ganado a las tropas inglesas y colaboraron activamente de la defensa de las murallas. Durante las épocas de escasez de comida se racionaba hasta la carne de los mulos (matxos) de las familias y se utilizaba harina de algarroba para hacer pan, pero la escasez de comida volvía a aparecer y ello obligó a Sancho de Echevarría a tomar medidas desesperadas. La primera acción heroica en busca de víveres fue la llamada Guerra de Trincheras, en la cual el propio Sancho junto a un grupo de habitantes de la población, salieron por la noche hasta alcanzar las líneas enemigas inglesas y se apresuraron a robarles todo lo que pudieron, ¡que no fue solo comida y medicinas! Les llegaron a robar hasta 2 cañones de hierro, varios morteros y 2 cañones de bronce (los cuales se utilizaron para hacer las primeras campanas de la Iglesia de la Ermitana). La segunda acción heroica en busca de comida fue más suicida si cabe. Una embarcación de transporte francesa se dirigía a Peñíscola para abastecerla de comida y medicinas, y desde la fortaleza Sancho de Echevarría divisó que no sería capaz de superar el cerco marítimo inglés, por ello, reunió a un grupo de valientes peñiscolanos y, ni cortos ni perezosos, se embarcaron en 3 chalupas (lo que diriem un botet de rems) para interceptar la embarcación francesa y custodiarla hasta su llegada a Peñíscola con su valiosa mercancía. Y no me preguntéis como, ¡pero lo hicieron! El capitán casi es capturado por una embarcación enemiga de Vinaroz, pero finalmente la ayuda francesa llegó al pueblo y ayudo a subsistir un tiempo más.
Llegados al dramático punto en el que la guarnición militar se vio reducida a tan solo 8 soldados en activo y que la población moría diariamente de hambre o enfermedades, al recién ascendido Brigadier Sancho de Echevarría por un momento se le pasó por la cabeza la opción de rendirse para evitar males mayores, ya que, según el código militar de conducta de la época, un oficial que había defendido su plaza, con escasez de víveres podría rendirse, sin que ello fuese un deshonor. Pero solo fue por un momento. El oficial se dirigió al pueblo pidiendo paciencia con la llegada de ayuda y pactó destruir la fortaleza en caso de que no llegara. Además, estaba tan orgulloso de la ayuda y la valentía de la población peñiscolana que lanzó una arenga a la altura de William Wallace a sus tropas, que decía:
“me ocasionó tal confianza de vuestro valor que nunca he dudado de la felicidad de las funciones militares que os he encargado (…) ni el ver muchos enfermos en la plaça sin poderles dar medicina ni alimento substancial, no han desmayado ni he visto en vosotros indicio alguno de flaquesa”.
![]() |
| Imagen 1. Rey Felipe V |
Tras esta feroz defensa, Sancho de Echevarría es nombrado corregidor y Gobernador militar de Peñíscola. Tan orgulloso estaba el nuevo Rey borbón, Felipe V (ver imagen 1), de la fidelidad y el aguante de Peñíscola, que le otorga infinidad de privilegios. Como el título de ciudad, con la denominación de Muy noble, leal y fidelísima Ciudad de Peñíscola, además de añadir dos flores de lis a su escudo. También le otorga 2 representaciones o firmas en las Cortes Generales (lo que hoy sería el Congreso de los Diputados), por ello Peñíscola tiene 2 firmantes en la 1ª Constitución española (Cádiz 1812). Le exime de pagar impuestos y contribuciones, para liberar la carga fiscal y fomentar la recuperación económica local. Da títulos nobiliarios a todos los integrantes del Consell (lo que hoy sería el ayuntamiento) y una pensión de 40 libras anuales a cada regidor, una pasta para la época.
![]() |
| Imagen 4. Escudo borbónico España. |
![]() |
| Escudo S. de Echevarría |
![]() | ||
Imagen 5. Interior Iglesia Ermitana.
|
![]() |
| Imagen 6. Tropas Borbónicas. Regimiento Asturias. |






